domingo, 15 de agosto de 2021

Ayití (poema para Haití)

 

AYITI

 

"No llores por mí"

se levanta un pensamiento debajo del escombro.

"No llores, no tienes derecho a llorar por mí"

se escurre como sangre de la piedra

me grita en su silencio sordo

y me lo exige.

 

"Yo soy la roca, el pedernal doliente,

no la carne lacerada.

Yo soy el mástil de mi raza,

nada puede vencerme, doblegarme,

¿no lo entiendes?

No merezco tus lágrimas."

 

Mi espíritu se estremece, en la distancia.

No soy ajena, pues te sufro a través de la pantalla

e imagino tu respiración, cada vez más tenue, entrecortada.

Soy la pupila que atestigua tu desgracia.

 

 

Se derrumba Haití, temblor de siglos

gritos pretéritos sin carnaval sin nada

garganta seca del agua de los tiempos

pueblo sin suelo,

raza bendita sin lugar sin calma.

Se pretendió esclavizar tu sueño, tu baile,

tu cuerpo, tu alma,

mitad dios y demonio es tu destino

cuerpo desnudo a la intemperie sin ánima.

Se despedaza, se resquiebra la esperanza.

¿Porqué la tierra, este pedazo que llamas mi patria

ahora se sacude las entrañas?

 

"No llores por mí"

mandato yermo desde la seca muerte se levanta.

 

"Porque no soy el llanto,

soy las olas, la estepa ardiente del África,

el tambor, gemir orgánico,

soy el latir que retumba en la montaña.

Cachorro de león brillando al alba.

La natura misma renovada.

 

No llores,

¿no miras, soy gacela liberada?

eso digo y repito

no merezco tus lágrimas."

 

Afuera, los esfuerzos de rescate

están por claudicar.

Se levanta la noche, y con ello

termina la labor de salvamento.

 

Pero tú ya te escapaste de nosotros.

Brilla en la luna tu sonrisa blanca,

caminas y te encuentras con los otros,

bailas un carnaval de luces albas

en ese Haití donde hay música y canto

-regocijo de encuentro-

almas gloriosas, liberadas,

sin miseria,

sin espanto,

sin espera,

sin lágrimas.

 

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